Benedetti: el pasado como propuesta

<p>Mario Benedetti, se recuerda y mientras lo hace, observa las cosas que en algún momento le conformaron lo que es, le volvieron tierno. A su edad es justo que dé de sí lo que siempre le ha hecho amable entre los lectores, una visión fresca y comprometida de la vida, una valoración noble de la realidad, dentro de las consecuencias naturales de la violencia de los Estados. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Consecuente con la propuesta audaz en la narrativa, sus cuentos están hechos para sorprender. El maestro suele ofrecer en esos relatos un vuelco inesperado, a pesar de lo obvio, a pesar de que la realidad puede suponer una suma cartesiana, que siempre llega a la misma respuesta. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Mario Benedetti, maestro de la nostalgia, bastión literario para los que aman la vida, y naturalmente para los que creen en la izquierda como propuesta política, se descabalga ahora con El porvenir de mi pasado, una selección de poemas y cuentos que componen una sugerencia estética y vital, dentro de la importancia de las cosas íntimas y cotidianas. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Desde siempre, el autor ha descrito la cotidianeidad de la clase media, a la que se remite inevitablemente. Los protagonistas de sus historias suelen ser gente ordinaria a la que le ocurren cosas un tanto audaces, pero en el ámbito privado. No hay, pues, afán de trascendencia, cosa que tal vez se convierta en uno de sus atractivos principales. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>De prosa sencilla y clara, de lírica natural, transparente. Don Mario no hace otra cosa que desplegar una suerte de amor profundo por la vida, en el deseo de que el mundo siga buenamente existiendo cuando él se marche, idea que expresa con candidez. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>Brindis</b></p><p>&nbsp;</p><p><i>Brindo por los desaparecidos. </i></p><p><i>Y los desaparecidos. </i></p><p><i>Brindo por el amor que desnuda. </i></p><p><i>Por el invierno y sus bufandas. </i></p><p><i>Por las remotas infancias de los viejos. </i></p><p><i>Y las futuras vejeces de los niños. </i></p><p><i>Brindo por los peñascos de la angustia. </i></p><p><i>Y el archipiélago de la alegría. </i></p><p><i>Brindo por los jóvenes poetas. </i></p><p><i>Que cuentan las monedas y las sílabas. </i></p><p><i>Y finalmente brindo por el brindis. </i></p><p><i>Y el vino que nos brindan. </i></p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>Sobre el libro</b></p><p>&nbsp;</p><p>Escribe, y mientras lo hace confiesa sobre El porvenir de mi pasado. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>¿Qué claves tiene el libro? </b></p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>El porvenir de mi pasado es una de las obras donde más interviene el humor. Incluyo un cuento que escribí en el año 56, y que no sé por qué no había recogido hasta ahora, titulado Niñoquepiensa, es la historia de un actor que lleva como sesenta años haciendo reír a la gente, mezclada con la historia de un niño, al que lo ponen a hacer penitencia. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>¿Por qué ese título? </b></p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Es el verso de un poema del mexicano José Emilio Pacheco. Un poeta a quien admiro mucho y gran amigo. Ambos hemos estudiado nuestras respectivas obras. Es un verso nada más, dentro de un poema. Pero yo lo leí y me gustó mucho, así que le pedí permiso y él se quedó muy contento. El porvenir de mi pasado viene a decir que hay cosas del pasado que quedaron muertas, que no existen más, como muchas veces la infancia, que ha quedado en penitencia para siempre. Pero hay otras cosas del pasado, que sobreviven y que abren la brecha hacia el futuro. Esas son, precisamente, las que quiero rescatar. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>La creación</b></p><p>&nbsp;</p><p><b>¿Cómo elabora sus cuentos? </b></p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Yo creo a partir de cosas que he oído o visto y luego invento. Pero otras veces lo invento todo. Por ejemplo el cuento final de este libro (Túnel en duermevela) es imaginación. Me surgió la idea y me pareció que era muy aprovechable como cuento. Especialmente los encuentros extraños que tiene el protagonista en el túnel y que finalizan con una revelación, en la que descubre que ya es un viejo. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>¿Entonces la fuente es la realidad? </b></p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>No creo que toda la realidad pueda ser convertida en literatura, pero hay hechos que nos llegan convertidos casi, en literatura. Otros dan la pista para que uno los convierta en ficción. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>¿Por qué el cuento y no la novela? </b></p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Los editores están más acostumbrados a la novela, eso ocurre en todos los países. La novela se vende más y mejor. Pero en el caso de América Latina tuvo mucho auge el cuento, porque había pocas editoriales. Por ejemplo, en Uruguay no habían editoriales, la única salida para publicar era tener la suerte de que publicasen, un poema o un cuento, en un suplemento literario o en una página literaria. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>En mi caso, en mi octavo libro fue cuando encontré un editor. En los anteriores yo mismo pagué las ediciones. Para mi octavo libro sí encontré un editor que fue justamente un español, Benito Milla, que fue exiliado al Uruguay y le dio por poner una editorial. Recuerdo que fue Montevideanos. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>La Edad</b></p><p>&nbsp;</p><p><b>¿Qué visión tiene de usted en el mundo? </b></p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Me voy sintiendo cercano a mi propia muerte. Creo que voy a morir pronto, y lo digo porque es una cuestión inevitable. Lo que más me aflige es la muerte de la humanidad. Creo que si la humanidad sigue por este camino por donde la va guiando personajes como el presidente Bush, va hacia el suicidio. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>¿Recuerda cuál fue su primera relación con la literatura? </b></p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>De chico me gustaba mucho leer, aprendí sólo a leer. Recuerdo que mi padre me marcaba hasta dónde leer para que no trasnochara y, entonces, como me gustaba tanto, lo que hacía era releer ese trozo marcado, como veinte veces. Me solía marcar tan sólo ocho o diez páginas. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><b>Del exilio</b></p><p>&nbsp;</p><p><b>¿Recuerda alguna anécdota de su exilio? </b></p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Cuando estuve exiliado en Perú escribía en un diario llamado Expreso, donde me dieron trabajo gracias a un amigo mío. Pero me lo ofreció a condición de que no hablara de la política en Perú. Así que me dediqué a escribir sobre literatura, libros ingleses, franceses o sobre cualquier cosa. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Un día vino un hombre a mi apartamento y me dijo: “Lo vengo a poner preso”. ¿Y por qué? pregunté yo. “Porque usted escribe contra Perú”. Yo no escribo contra Perú, ni siquiera lo menciono, le contesté. El hombre me dijo que dentro de unas horas saldría para el aeropuerto, puesto que me iban a deportar. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Yo empecé entonces a prepararme y pasó el tiempo. Cuando me di cuenta, el hombre se había dormido. Así que aproveché y tiré todos los papeles comprometedores que tenía y lo dejé sin motivo de detención. Al final cuando se despertó me pidió que le diera un libro con autógrafo. </p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>Después me dieron a elegir entre Buenos Aires o Ecuador. Estuve escondido en Buenos Aires, hasta que me dijeron que me tenía que marchar también de allí. Me mandaron a decir que podía irme de nuevo al Perú, pero, cuando llegué, empezaron a buscarme de nuevo. Así que decidí irme a Cuba, y me llevaron a escondidas al aeropuerto, con varios diplomáticos para protegerme. Desde entonces no he vuelto a Perú. Temo que me metan preso por tercera vez.</p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p>